Gárgolas insomnes

Marzo 17 de 2011

La guerra en México, según Pitágoras

Aunque sepamos que son falsas, imaginemos por un momento que las cifras oficiales son auténticas. Al morir el año pasado, el espuriato había barrido con 34 mil 612 vidas humanas, según su corte de caja. De esa cantidad, la dizque «guerra contra el narco» justificaba dos mil 432 muertes y, para darle sabor a heroicidad, condimentaba el caldo con números similares o superiores de "heridos", a saber si lisiados, heridos de muerte o puro espanto. Las cifras sugieren que 32 mil 180 muertes son "bajas colaterales" o asesinatos cometidos por la delincuencia. En ningún periodo gubernamental había estado tan activa la delincuencia, ni siquiera en Ciudad Juárez, capital mundial de una saña impune que destruye mujeres como deporte y, durante el sexenio de la muerte, laboratorio principal de un genocidio que amenaza con reproducirse a gran escala en la Ciudad de México, desde donde se desplazan vehículos militares a localidades limítrofes para realizar operativos relámpago que dejan veinte muertes en una hora y nomás en una parte, a diario, simultáneos y hasta donde sabemos. La militarización de la capital por el capital es gradual para que no haya tos y, si acaso la hay, que no despierte al gigante...

En los hechos, las fuerzas armadas y el crimen organizado son la misma cosa, pero hagamos de cuenta que la mentira oficial es verdad: hasta el corte de caja, mil 562 héroes ofrendaron la vida en su lucha contra el polo opuesto de la maldad, al que infligieron apenas 870 bajas, poco más de la mitad que sufrieron ellos, porque son buenos y hacen todo lo posible por atrapar a los malos con vida, inclusive morir, según el cuento. Sumadas las bajas de malos y buenos, el saldo mortal asciende a dos mil 432 muertes. Ahora multiplique usted ese número por quince y descubrirá que el "daño colateral" es catorce veces mayor al número de caídos en una guerra que no es de buenos contra malos, sino de peores contra el pueblo. Si la mentira oficial fuera verdad y hubiera neuronas vivas en el cerebro, este daño bastaría para entender: algo más criminal que el crimen organizado es la guerra que finge combatirlo, pues la diferencia entre los muertos de las bandas armadas y el saldo total de su guerra es 32 mil 180 vidas truncadas. ¿Que no es suficiente para ver la tragedia? Hagamos entonces una operación aritmética más indignante: Multiplique usted las 870 bajas de la delincuencia por veinte y verá que esa es la proporción del costo que ha tenido para el país esta barbarie. Las vidas violentamente arrebatadas a México por el espuriato son veinte veces más que las pérdidas humanas del crimen organizado (si acaso tiene algo de humano ese monstruo).

Hasta un ciego puede ver el desastre, que no acaba allí. En las cifras oficiales es claramente perceptible una tendencia ascendente de muerte violenta; los asesinatos del año pasado son el doble que los del antepasado y el triple que los de 2008, así que si usted sabe sumar y multiplicar estará de acuerdo conmigo en que, de continuar la tendencia, este año tendremos 30 mil asesinatos; un año bastará para que sean tantos como los desaparecidos políticos durante ocho años por la dictadura militar argentina. ¿Y por qué sucede tan ominoso fenómeno? -se preguntará quizás algún ser pensante. La violencia repunta porque la militarización de la seguridad pública es apagar con gasolina un incendio y, si no la detenemos a tiempo, hasta el Vaticano será menos conservador que las cifras oficiales y, así fueran verídicas, 30 mil asesinatos en un año equivalen a 577 por semana en promedio; más de 82 asesinatos diarios; casi tres y medio cada hora (si medio asesinato no cuenta, siete asesinatos en dos horas valen la pena de un esfuerzo mental). ¿Pero sabe usted qué tragedia es más grande todavía que toda esta suma de muerte? La pasividad, la inercia de una masa cuya indiferencia tiene razón de ser, pues no hará ninguna diferencia si la matan. ¿Puede haber algo más trágico? No lo creo.

México, D.F. a un mes y medio del arribo de la muerte, vivo aún.

Posdata lapidaria: Sería un buen final, pero no he terminado. No son balas perdidas en el "fuego cruzado" las que matan gente inocente con tal desproporción que la ONU debería decretar un estado de emergencia internacional, veinte veces más que los muertos en enfrentamientos a balazos con la policía y el ejército federal. ¡Hagan cuentas y díganme si les parece poco! No he dicho lo más nefasto: las balas asesinas están perfectamente orientadas; los asesinos disparan a los cuerpos torturados de luchadores sociales, a quienes mutilan para enviarnos el más vil de los mensajes, porque no es posible doblegar a hombres y mujeres libres y por eso destruyen el envase; tampoco es "fuego cruzado" el que ha masacrado niñ@s en los retenes militares, sino brutalidad extrema que nadie debería tolerar, cobardía y deshonor que mancha y marca para siempre la imagen de las fuerzas armadas y uniformadas. Callar ante su furia rabiosa es complicidad; ante semejante carnicería sólo puede haber algo todavía más cobarde y también criminal: decir, al amparo de la imbecilidad sin límites ni remedio: "Los militares nomás obedecen órdenes, déjalos hacer su chamba". Esa mierda ensucia inclusive la palabra, la mirada, el silencio, la noción del mundo y de la humanidad.

La barbarie se dirige a quienes oponemos resistencia, levantamos la voz ante la ignominia y abyección, la impunidad y prostitución muy bien pagada por seres de la más baja ralea y la peor calaña, que nos temen, así seamos unos cuantos, porque damos la cara, encaramos la destrucción avasallante porque preferimos la muerte a vivir de rodillas, y pensamos por todos los que no piensan, los que tienen miedo y permanecen agazapados mientras aniquilan a sus semejantes, que no son tan semejantes porque, a diferencia suya, quienes han caído tenían dignidad.

Más de 32 dos mil muertos, según cifras oficiales, podrían ser en realidad alrededor de cien mil que tenían derecho a vivir, que dejaron familias… La herida es muy profunda y manará sangre mientras no detengamos la masacre, mientras la bestia genocida siga impune, y mucho tiempo después, aunque nunca falte quien jamás entienda un carajo, aunque se lo expliquen, y espete sandeces y escupa su baba en vez de hablar.

Y no he terminado: esta historia continuará...

[] Iván Rincón 2:24 AM

Marzo 9 de 2011

De Ciudad Juárez a Ciudad Monstruo

(Segunda llamada)

A cuatro años de que Felipe Calderón usurpó la Presidencia de México y declaró su «guerra contra el narco», luego de pagar el apoyo militar al golpe de Estado con aumentos salariales a los altos mandos, las fuerzas armadas operaban en municipios limítrofes con la Ciudad de México: Nezahualcóyotl y Ecatepec. En enero pasado, el procurador capitalino Miguel Ángel Mancera descartaba la posibilidad de que el ejército federal patrullara las calles del Distrito Federal, pues las corporaciones policiacas "están dando resultados, cuentan con la capacidad y el estado de fuerza para enfrentar los incidentes (1), llevan un adecuado seguimiento de los grupos delictivos" (sic); las «autoridades locales» ni siquiera contemplaban esa posibilidad; "la cooperación aquí radica en un intercambio de información con las autoridades federales", según el titular de la PGJDF.

En febrero, el ejército federal patrullaba el Centro Histórico y Paseo de la Reforma, además de hacer cateos en cuatro delegaciones políticas para desmantelar "narcotienditas", mientras la PFP mantenía un asedio paramilitar a la ENAH y el INAH, con el precedente histórico del asalto a la UNAM en 2000, su estreno como fuerza represiva que sería desplegada en Oaxaca para aplastar a la insurgencia popular en 2006 con detenciones arbitrarias y destrucción, destrucción y más destrucción, como horda vandálica de violadores sexuales que ni siquiera distinguen entre hombres y mujeres.

En marzo (de regreso a la actualidad), el ejército federal se despliega en plazas públicas: Alameda Central desde Avenida Juárez hasta el Eje Central en la noche del 5 de marzo, mientras el usurpador asiste al Palacio de Bellas Artes y luego al Edificio de Correos; tres días después, martes 8 de marzo, vehículos castrenses circulan por Insurgentes Norte, mientras Marcelo Ebrard visita la Lumbrera 13 en Avenida de los Cien Metros. Al ser cuestionado sobre la presencia militar en la Ciudad de México, el jefe del desgobierno capitalino responde que está coordinada con la policía local, o sea: vil complicidad.

Así empezó la pesadilla que ahora vive Ciudad Juárez, Chihuahua, más que ninguna otra parte del país, barbarie que ha bañado en su propia sangre al pueblo de México, y nomás esperaba llegar al nivel en que se encuentra para extender el imperio de la violencia sin límite a la Ciudad de México, la más poblada y caótica del mundo. Por desgracia, no están del todo errados los cálculos del poder genocida en cuanto a la respuesta de la sociedad civil, que no parece muy preocupada y mucho menos alarmada por esta amenaza de muerte. Al menos hasta donde se puede ver en las redes sociales, cada quién sigue en su onda, nadie levanta la voz ni asume que se trata de una guerra; l@s más aguerrid@s intercambian comentarios al pie de una foto y hasta allí; esta identificación a través de la pantalla es menos evasiva que la incomunicación televisiva, pero más efectiva como válvula de escape. Al parecer, tod@s prefieren esperar a que la red criminal incrustada en Los Pinos y en todas partes arroje una cifra oficial de 30 mil muertos durante 2011 como saldo colateral de la guerra entre malos y peores, al cabo nomás tenemos un día de muertos y entonces empezará la cuenta regresiva para que llegue AMLO y la felicidad; al cabo también tenemos, como vecinos, a los gringos pa' que vengan pronto, pronto, rápido, ya y nos liberen. La red criminal incrustada en Los Pinos y en todas partes arrojará dicha cifra oficial y un montón de retazo con hueso por las alcantarillas...

De los 34 mil 612 asesinatos reconocidos por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), corresponden a las Fuerzas de Seguridad Pública mil 481 "elementos" asesinados y mil 46 heridos; al ejército federal, 81 muertos y 190 heridos (en sangrientos combates contra niñ@s inermes); a los cárteles, 870 muertos y 190 heridos. En total, suman dos mil 432 muertes hasta aquí. ¿Y los demás -nos preguntamos algun@s-, los 32 mil restantes, a qué fuerza pertenecían? Muy por su parte, activistas de Ciudad Juárez calculan que la cantidad real de caídos en el sexenio de la muerte gira alrededor de los cien mil, pues los cuerpos sin vida que llegan a la morgue de la entidad no son ni siquiera la mitad. ¿Contará este otro cálculo a l@s que mueren de hambre?

Esta historia continuará…

1) La mayoría de los incidentes violentos que tenían lugar en la capital del país obedecían, según esta versión de la realidad, a los "ajustes de cuentas entre bandas delictivas del fuero común, principalmente de narcomenudistas que buscan mantener su operación en un área determinada". ¿Alguien percibe alguna diferencia, por lo menos un matiz, con el discurso del desgobierno federal espurio? Yo no.

[] Iván Rincón 9:56 PM

Marzo 6 de 2011

Presunto inocente

Ahora resulta que el poder ejecutivo está enfrentado al poder judicial por la prohibición del documental Presunto culpable. ¿Alguien aquí se traga ese cuento, ese vil simulacro engañapendej@s? ¿El poder que movió los hilos para sacar del aire a Carmen Aristegui ahora defiende la libertad de expresión y pinta su ralla con el que absuelve a genocidas y pederastas? ¡Qué metamorfosis tan repentina! Mientras ocurre semejante milagro, el ejército federal invade las calles y algunas casas de la Ciudad de México, tal como empezó el terror actual en Ciudad Juárez.

Presunto culpable tiene más méritos que ninguna otra cosa, es un trabajo inteligente, valiente y audaz, pero imperfecto, amerita críticas y hace publicidad a dos marcas de Carlos Slim: Apple y Marlboro. Lo que está en juego aquí no es justicia, sino dinero. El interés de la política por el dinero es la causa común de Abogados con Cámara, Cinépolis y Gobernación (específicamente, RTC). El interés de la política por la proyección pública de una imagen favorable a la libertad de expresión identifica la hipocresía y demagogia del espurio con la hipocresía y demagogia del Gran Hermano, antes carnal Marcelo. Que no se nos olvide, país de amnesias y mentiras, que en el sexenio de López Obrador, Ebrard pagó una cantidad estratosférica de nuestro dinero por la asesoría de Rudolph Giuliani, entonces alcalde de New York, quien se limitó a recomendar premios y recompensas por detenciones y sentencias, y la mayor cantidad posible de gente encarcelada, o sea, el apuntalamiento del llamado sistema de justicia y su aparato policiaco / burocrático, perversión y corrupción que denuncia el documental con "agradecimientos especiales" al desgobierno de la ciudad en los créditos finales. Dinero es el principal interés detrás de la entelequia que nos venden con el nombre de justicia.

Defendamos el derecho a conocer y dar a conocer esa película y todas las que sean objeto de censura, pero que nadie nos rebane los sesos. Defendamos a toda la gente injustamente encarcelada, pero sin dar las nalgas a los verdaderos culpables, impartidores de injusticia.

[] Iván Rincón 5:36 PM

Marzo 4 de 2011

De Ciudad Juárez a Ciudad Monstruo

Comenzó la militarización del Distrito Federal; vehículos castrenses patrullan el Centro Histórico, Paseo de la Reforma y calles aledañas (alrededor de la embajada gringa están sus «oficinas de intereses», más embajadas y representaciones de "gobiernos" estatales, en una misma ruta de Cuauhtémoc a Polanco), entre otras delegaciones políticas y, durante las próximas horas, abarcará toda la ciudad y la «zona conurbada». El ejército federal opera como fuerza de ocupación invasora.

La barbarie foro export que ahoga en su propia sangre a Ciudad Juárez, Chihuahua, laboratorio principal de la guerra contra la población entera de este país, ha sembrado el terror en Michoacán y Morelos, entre muchos otros lugares, y ahora se cierne sobre nosotros, los defeños, chilangos o visitantes. El hecho es por demás alarmante. ¿Qué haremos al respecto: intentos de abstracción y evasión mental; asumirnos espectadores pasivos y distantes de una violencia desquiciada y demencial, rabiosa y genocida, expansiva, omnipresente... hasta que nos toque y seamos protagonistas a huevo, a la fuerza, por la fuerza bruta y fuera de control?

De nuestra parte, urge expandir a su vez esta ALERTA y, desde luego, salir de las redes sociales y demás trincheras virtuales, a las calles que son nuestras, a los espacios públicos, antes de que el estado de excepción sea la regla general y nos arrebate hasta el aire: suspensión de las garantías individuales y desaparición de los derechos humanos. Quedarnos en casa, guarecernos, además de cobardía, es inútil cuando se trata de evitar una invasión, el secuestro de la mayor concentración poblacional del planeta, la privación de su libertad con el allanamiento de la privacidad, nuestra detención y desaparición forzada, la pesadilla del encierro y la tortura... A diferencia de la doctrinada masacre que nos colapsa, el ostracismo no es táctica.

Simultáneamente al patrullaje de la Ciudad de México por el ejército federal en el primer cuadro, así como al asedio paramilitar a la ENAH por la PFP, ha tenido lugar una serie de cateos en las delegaciones Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Azcapotzalco y Benito Juárez, en ese orden cronológico, durante dos semanas. El desgobierno capitalino, además de causar el monstruoso desastre que sufre la ciudad, abre las puertas al atropello arbitrario que dice perseguir a la delincuencia, desmantelando "narcotienditas" en estos casos, y de paso reprime la protesta social, por lo menos la inhibe, criminaliza la movilización defensiva de la sociedad civil, inventando vínculos de las víctimas con sus victimarios, calumnia que ofende también a las familias victimizadas, tanto como a la inteligencia de la gente pensante, que no parece, pero existe, bajo amenaza, bajo la sombra de la muerte que asecha y oscurece al país.

¿Qué sigue: la intervención directa de vecino imperio, una vez consumado el caos como río revuelto, ganancia de usurpadores, y el momento estelar de las corporaciones asesinas, aparato de máxima destrucción, llamado «seguridad nacional» por el Estado, que paradójicamente acaba con su propia caída? País de amnesias y mentiras, como el síndrome de involución que padece la humanidad: nunca olvides que la PFP, además de policía paramilitar, es un ejército de violadores sexuales, que goza de absoluta impunidad, como los soldados que acribillan, a fuego intensivo de granadas y metralla, niñ@s que ni tiempo tienen de saber... ¿Cuál fuego cruzado con quién? Las únicas bajas que sufren las fuerzas armadas, en estos casos de brutalidad indignante, son balas y granadas en abundancia. ¡Valiente guerra de poder criminal!

[] Iván Rincón 10:46 PM

Febrero 27 de 2011

¡No están sol@s!

Como el toro me crezco en el castigo...
Miguel Hernández

Quisiera decir algo que sirviera de algo a la familia Reyes, a la señora Salazar, a l@s herman@s Reyes Salazar, algo así como: ¡Bravo, luchadores sociales en pie, valeroso y valioso ejemplo a seguir por los pueblos del mundo para todo su país! ¡Nunca jamás acabarán con ustedes porque su lucha es nuestra! ¡NO ESTÁN SOL@S! Quisiera decir eso y mucho más, pero me invade una sensación de impotencia y frustración, de que las palabras no bastan, son insuficientes si no acompañan a las acciones, acciones efectivas, incluso contundentes. El coraje y la tristeza que me desbordan al escuchar el coraje y la tristeza de Marisela, sienten como si algo más grande y más fuerte que yo sofocara esta identificación solidaria, esta solidaridad identitaria, un ambiente opresivo, la sombra del poder criminal y su abyecta podredumbre, una espiral de barbarie genocida fuera de control, el Estado rebasado por su propia violencia, su guerra contra el crimen organizado, en unos casos por él mismo y en otros también. Entonces vuelvo a ver y escuchar a Marisela y entiendo lo que debería entender todo México y el mundo, que lo sabe, así no lo entienda: que ustedes, familia Reyes Salazar, son baluarte y estandarte, símbolos de fuerza moral porque mueven y conmueven conciencias y sensibilidades, émul@s de los árboles porque viven y mueren de pie, y resisten como faro al azote de feroces tempestades la brutalidad del poder espurio que l@s embiste; ese poder los ataca porque les teme, porque la ignominia tiembla cuando la dignidad se levanta y alza la voz; quienes aniquilan a la familia no son más que asesinos cobardes y sabandijas miserables, pues traicionan inclusive su condición humana, si acaso les queda un ápice.

Las cárceles están sobrepobladas por gente pobre, mayoritariamente joven («el futuro de México», según el discurso demagógico), y quienes deberían estar dentro usurpan el poder, algun@s allí junto, juzgando y condenando a l@s más jodid@s rehenes del régimen, engordando el archivo muerto del que viven ell@s y su masa parasitaria, mientras en las calles, más gente pobre, también inocente, cae todos los días a todas horas, abatida por bestias sanguinarias y rabiosas, armadas hasta los colmillos y las mandíbulas, que succionan sangre y trituran huesos, depredadores que destruyen cuanto pueden con prepotente impunidad y arbitrariedad que ofende a la evolución de las especies animales, nomás porque a la soberbia del poder, en su ebriedad y su delirio megalómano, se le ocurrió que así estaría mejor y haría mayor negocio... La pesadilla que padecemos no puede continuar; nadie tolera tanto, en ningún lugar del planeta.

Ustedes y otr@s -quizá much@s más de l@s que percibo, que son deprimentemente poc@s- han sembrado un cambio de raíz, un legado a nuestr@s hij@s de revolución social como cosecha. Moriremos con la certeza de que, por lo menos, dimos los primeros pasos en este sinuoso y escarpado camino a la justicia que no existe ni siquiera de papel; iniciamos el proceso de una vorágine radical, emancipadora... «No morirá la flor de la palabra». Por lo pronto, no son más que semillas las que ofrecen mis manos desde un alma lacerada y apenada, por no hablar de la vergüenza que me embarga en este instante de tragedia para ustedes, para México, para la humanidad. Algo haré que sirva de algo, algo habré de maquinar y perpetrar sin pregonarlo; por lo pronto, saludo y abrazo a quienes están y siguen en pie de lucha. ¡Hasta la victoria siempre!

[] Iván Rincón 8:26 PM

Febrero 25 de 2011

El nombre del hacker

Desde finales del año pasado hasta el 18 de febrero recibí diez mensajes apócrifos de BBVA Bancomer, uno con el nombre de ULTIMO AVISO, demasiadas veces para ser el último, pidiéndome información de "acceso seguro" a mi cuenta en Bancomer.com, así como el número de mi teléfono celular, todo para dizque "sincronizar" la tarjeta de banca en línea. El 6 de febrero decidí copiar su formulario, pero el navegador detectó que la dirección era de un sitio web "notificado" como "suplantación de identidad" y envió una alerta, recomendándome cerrar dicha página y no volver a ella. Por tratarse de BBVA Bancomer, que dispone del tiempo de otr@s como si fuera dinero, cometí el error de no hacer nada, hasta que el día 21 (lunes) advertí que el hacker había hecho su último intento de fraude cibernético el día 18 (viernes) con mi clave de acceso a la cuenta de correo electrónico en Gmail; nombre de usuario: antronos; de remitente: Tiempo Muerto.

El domingo, Cablevisión me suspendió el servicio telefónico y de internet paulatinamente, hasta que la navegación se detuvo por completo, descolgué el teléfono y supe que lo habían cortado; al día siguiente (lunes), ya tenía teléfono de nuevo, así que llamé para preguntar qué ocurría y una empleada contestó que no podía transferir la llamada a soporte técnico porque tenía "saldo vencido" desde el día 18 (viernes); propuso que pagara por teléfono con los datos de mi tarjeta de débito y accedí a dárselos, pero entonces dijo que no era posible "aplicar el cargo" ni sabía por qué. Llamé a Bancomer.com y, entre seis transferencias de un área a otra, me informaron que no había bloqueo de mis tarjetas ni pago alguno en horas recientes; informé a mi vez lo sucedido vía correo electrónico y, sin necesidad de que yo terminara de hablar, todos los empleados sabían sorprendentemente que se trataba de mensajes apócrifos en intentos de fraude cibernético, pero daban por hecho que me habían pedido claves de acceso y yo era retrasado mental (quizá porque no dormí ni siquiera cuatro horas ni tuve tiempo de bañarme antes de la catarsis), así que sugerían desactivarlas; me hicieron perder dos horas en sus transferencias de un área a otra, como espiral de burlas estresantes, hasta que una empleada salió con que debía llamar a Bancomer.com. "Marqué el número de Bancomer.com", le dije. "Sí, pero esta es otra área", contestó y, al transferirme de nuevo a donde había llamado, interrumpió la comunicación; luego de un rato en silencio, comenzó a sonar ocupado. En algún momento, me dieron un número alterno por si ocurría eso, así que lo marqué y alguien contestó: "Bueno", como si fuera un teléfono particular, pero no dijo nada cuando pregunté a dónde llamaba o si el número era de Bancomer.com; lo mismo, tres veces, hasta que mi línea telefónica dejó de funcionar, pues Cablevisión estaba suspendiendo el servicio lentamente, como había hecho con mi acceso a internet el día anterior. Salí corriendo al banco y hablé con la directora de la sucursal, una mujer accesible y gentil, que me conoce además en erupción y ha desistido ya de contagiarme su autoengaño; esta vez confirmó que BBVA Bancomer no sólo tiene conocimiento del fraude cibernético, sino familiaridad con el hacker; solicité información impresa de las operaciones bancarias realizadas desde el 6 de febrero hasta esa hora y, al parecer, todas son mías.

De allí a Cablevisión para pagar y pedir que me reconectaran el servicio inmediatamente, pero una vez hecho lo primero, el cajero contestó que debía solicitar un "refuerzo" en otra caja, y esperé mi turno durante una hora, tolerando tres películas simultáneas y un canal de videos musicales, todo gringo y de lo peor, como la gente con sensibilidad entre aturdida y atrofiada, en unos casos oligofrénica de por sí y en otros también; con cara de idiota, la cajera dijo que, según "el sistema", ya tenía servicio de nuevo, pero cuando regresé de noche a donde "vivo", mi teléfono estaba muerto...

Al día siguiente (martes 22), volví a tener teléfono, pero no internet, así que llamé a soporte técnico y un empleado simuló que revisábamos la conexión, hasta que llegó a la conclusión médica de que no era la conexión lo que fallaba, sino la tarjeta de acceso a redes, y debía resolverlo un técnico de mi confianza; entonces dediqué todo el día y parte del siguiente a leer el manual de la computadora, hasta saber que tardaría por lo menos una semana en hallar la solución sin ayuda. Salí el miércoles en la tarde y, al abrir la puerta, calló al piso el recibo de Cablevisión; regresé a medianoche, prendí la computadora y -¡oh, sorpresa!- un milagro me había devuelto el acceso a internet sin necesidad de consultar a nadie por teléfono y mucho menos dejar el equipo en otras manos. ¡Qué hij@s de la chingada! -espetó mi yo más viejo, en vez de alegrarse. Lo que dejé de hacer por atender estos asuntos no cabe en la cabeza de ninguno de los seres con quienes traté ni en las de todos juntos.

Ahora que lo escribo, me asaltan algunas preguntas: ¿Será casualidad la coincidencia cronológica de los hechos? Si BBVA Bancomer sabe perfectamente del hacker y su modus operandi, ¿por qué nadie lo detiene? Hasta el sitio web apócrifo está "notificado" como "suplantación de identidad". ¿Qué no existe policía cibernética en este país? El número alterno que me dieron es de Bancomer.com, como confirmó la directora de la sucursal, pero no es público, sino de sistemas, ¿y por eso contestan con miedo, como escondiéndose? ¿Por qué me pidieron los datos de la tarjeta en Cablevisión? ¿La empleada ignoraba que, al "aplicar el cargo" por teléfono, se vería "reflejado" hasta el día siguiente, como lo ignoraba yo? ¿Por qué apareció un hacker en mi buzón ahora que trato con Cablevisión y no antes, cuando trataba con Telmex? ¿Tan truculento es Slim? ¿Por qué empecé a padecer páginas emergentes desde que pago el servicio de internet a Cablevisión?

Cada quién que saque sus propias conclusiones. Por lo pronto, debo revisar si, además del desgaste, no pagué dos veces la mensualidad a Cablevisión (si no lo escribiera, tampoco lo pensaría); tengo una acuciosa bitácora de todas sus chingaderas y ya ajustaremos cuentas.

[] Iván Rincón 5:37 AM

Febrero 19 de 2011

Cobijas afelipadas

Hoy, 19 de febrero, es el «Día del Ejército Mexicano» y nos encontramos con un hecho insólito, pues alguien tuvo a bien subir esta imagen a Facebook; se trata de una consulta en CompraNet, el sistema de "transparencia" en los gastos del "gobierno federal". Resulta que, en enero de 2009, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) adjudicó un contrato por $86,040,000.00 a la empresa "Dirección Sport, S.A. de C.V." para la adquisición de 600 cobijas afelpadas, tamaño individual; cada una costó entonces $143,400.00. Si el precio normal por cobija fuera de $143.40, demasiado cara en cualquier supermercado, nos las habrían vendido mil veces más caras. A menos que, por error, falten tres ceros al número 600, o que sean cobijas blindadas y cuenten con seguro de vida, "alguien en la Sedena se trae negocios muy sucios", como bien dice otro alguien, también en Facebook. Con lo que supuestamente cuestan dos cobijitas afelipadas, fue posible comprar en 2003 el departamento donde "vivo" (la inflación, ya ve usted, me dirían en la Profeco). Vaya manera de cobijar un atraco a la nación, al pueblo, con un gasto criminal, más que ominoso, pues lo pagamos tod@s. ¿Recuerdan ustedes los vestidos de Martita y las toallas de Ciudad Sahagún? Este affaire supera los anteriores. ¿De qué otro caso para Ripley nos enteraremos al bregar en la fuente de podredumbre y abyección? El dato es tan increíblemente absurdo que requiere de confirmación y aclaración por el desgobierno espurio.

Ahora bien, si las «fuerzas armadas» están infiltradas y corrompidas por el crimen organizado, invertir más recursos en ellas dizque para combatir al crimen organizado es financiar al crimen organizado, que a su vez patrocina campañas electorales para gubernaturas de los estados y Presidencia de la República, además de comprar al Poder Judicial y demás complicidades; el dinero va y viene, como quien dice, viene y va. Quien invierte dinero público en el crimen organizado, por más ebrio que esté, no lo ignora; por el contrario, sabe perfectamente que el destinatario de los recursos es una fuerza armada.

La "guerra contra el crimen" es criminal... ¿Recuerdan ustedes la guerra contra el "eje del mal" emprendida por el peor, la "guerra contra el terrorismo" declarada por el país más destructivo del planeta? La coincidencia no es casual: una espiral de violencia genocida empieza por engendrar monstruos y termina arrasando con la civilización.

[] Iván Rincón 9:02 PM

Febrero 18 de 2011

¡Felicidades, campeona!

El texto anterior parece referirse al alcoholismo de Felipe el espurio como si fuera noticia y obviamente no lo es, pero cuando alguien dice que llegó borracho el borracho pienso en la ebriedad de los enanos con poder, pues la he padecido siempre y suelo insistir en que la atribución de estupideces al alcohol tiende a justificarlas o excusarlas inconscientemente; el "etilismo presidencial", como dice Granados Chapa, sirve de coartada, como dice Aristegui, con la diferencia de que no es FeliPedo el que sale por donde entró, sino sus crític@s en este caso. ¿Recuerdan el cinismo de Chuayffet cuando escupió que se había echado unos "chinchones" antes de sus declaraciones contradictorias a la ofensiva militar contra el EZLN? Los detractores del entonces titular de Gobernación y luego coordinador del PRI en la "Cámara baja" lo tildaban de homosexual, por cierto, aunque la traición del "gobierno" de Zedillo fuera criminal. En la postrimería revolucionaria, lo malo de Victoriano Huerta, más que su adicción a la marihuana y el alcohol, era que mandaba matar a quien la hiciera del conocimiento público; aquel tirano minúsculo es en la historia de México a Belisario Domínguez lo que intentó ser el enano actual a Carmen Aristegui.

La noticia, en todo caso, fue la doble confirmación oficial, tanto de la manipulación mediática por el poder como del "etilismo presidencial", que prefiere censurar a responder una pregunta y desmentir el rumor con certificación médica; su reacción equivale a respuesta que, por omisión, puede traducirse así: "Claro que soy un ebrio y por eso me comporto como tal y no tolero que me cuestionen al respecto ni que toquen mi limbo". Que alguien le pregunte ahora si puede verse al espejo y reconocer: "Me robé la Presidencia para causar más muerte que todos los genocidas juntos, al menos los que han pasado por aquí, al cabo siguen impunes, y yo, que soy de los malos el peor, tengo un patrocinador comparado por Forbes con Slim: El Chapo".

La noticia, diez días después, es el regreso de Aristegui. Como no veo tele, por fortuna, estoy casi a salvo de imbéciles a quienes ofende que alguien llame borracho al borracho (que además ha de consumir enervantes de otra índole, cabe sospechar), pero aun así percibo que la influencia televisiva en las mentes débiles es más embrutecedora que los narcóticos, es más nociva inclusive que los narcotraficantes, pues fomenta una especie de renuncia masiva al pensamiento. Aristegui, en cambio, es una periodista excepcionalmente lúcida, experimentada y vivaz, por no hablar de su carisma, que sería redundante, pues la inteligencia, cuando se hace una con la coherencia y la valentía, suele ser muy carismática; he aquí un ejemplo, aunque seguramente ya lo han visto y ella parece algo acabada; como no veo tele, no estoy seguro; ustedes juzgarán...

¿Será que la coincidencia cronológica entre la caída de Mubarak como acontecimiento mundial y el regreso de Aristegui como noticia nacional en México tiene un efecto anímico de asonancia, algo así como un optimismo cognitivo? Lo seguro es que, a partir del próximo lunes, despertaré con la autora del libro Marcial Maciel, historia de un criminal; me felicito por ese logro de la protesta informada y razonada, ese revés del autoritarismo, propio de una dictadura, como ha señalado la protagonista, cuyo prestigio creció en diez días tanto o más que en dos años de relación profesional con MVS. ¡Enhorabuena!

El miedo no anda en burro

Y he aquí un ejemplo del comportamiento calderónico (entre oligofrénico, esquizofrénico, paranoico y sicótico), humorismo involuntario, su propia parodia... ¿está crudo FeliPedo? Si hubiera sido cómico en vez de usurpador, también nos caería mal a tod@s, pero México no sería una tragedia.

[] Iván Rincón 9:27 PM

Febrero 14 de 2011

Quien calla, otorga

Faltaba decir que la censura es represión, aquí y en China, pero si algo ha logrado en el caso de Carmen Aristegui es un efecto de bumerang, un contraefecto multiplicador, paradójico fenómeno de reflejo que hace al efecto causa y viceversa, o sea: que un "comentario editorial", como llama la periodista convertida en símbolo a su pregunta (¿el «comandante en jefe de las fuerzas armadas» que libran una guerra criminal en México es alcohólico?), tenga eco y difusión por canales alternativos, y todos los ojos que lo han visto, los oídos que lo han escuchado, las mentes que lo han pensado, reciban el mensaje con infinidad de variaciones, y todas las voces repitan la pregunta que lo más ínfimo del poder se niega a tolerar: ¿el «comandante en jefe de las fuerzas armadas» que libran una guerra criminal en México es alcohólico? ¡Nomás eso nos faltaba! Como si no fuera suficiente con la usurpación, el espuriato, la imposición de un títere a la cabeza del "gobierno federal" por el crimen organizado, además de lo demás que no es lo de menos, sino lo de más, el monigote acéfalo está pedo, anda briago, y ni por asomo asume responsabilidad. Al abreviado nombre de Felipe el breve (FeCal), así como a los motes de FeliPillo, CalNerón, CaldHerodes y muchos otros, hay que agregar FeliPedo, pues ahora resulta que la réplica en miniatura de Bush el pequeño, repetición trágica de una farsa y caricatura de sí misma, es dipsómana. El tirano gringo, aunque hablaba con Dios de todos modos y seguía sus consejos militares, al menos se mantuvo abstemio.

Si el anterior merolico era vergüenza de México en el mundo, el actual no es menos vergonzoso cuando el trago desinhibe su afición al ridículo, exhibe su ignorancia, propia de los panistas, como la beatería, y atribuye a Ricardo Arjona la frase: "El sur también existe". ¡Salú, wey! ¡Ya vamos llegando a Pénjamo! El beodo en desgracia que pretende ser gracioso en Guatemala, es persona non grata donde se presente; abundan registros de repudio individual y colectivo en YouTube, reproducidos o "redireccionados" desde las redes sociales y los blogs, a donde no alcanza la censura, la represión de libertades básicas, pero incómodas para el poder autoritario, como las de información, pensamiento y expresión, que escapan al control totalitario y la manipulación mediática, pues los medios libres de comunicación alternativa también son masivos.

En la polémica manta que Gerardo Fernández Noroña desplegó durante una sesión del pleno camaral (con dos faltas de ortografía, por cierto), más que los ojos rojos, como dice Aristegui, el «comandante en jefe de las fuerzas armadas» que libran una guerra criminal en México, tiene cara de oligofrenia pasada por alcohol... Durante la primera marcha de protesta por el genocidio infantil en Hermosillo, estaba presente la declaración calderónica sobre la muerte de Michael Jackson, y un conocido me decía que sólo borracho podía salir el espurio con algo semejante, a lo cual respondí que su ebriedad era de poder: el enano se marea si lo subes a un ladrillo y, tratándose de alguien mentalmente débil o demente, la adicción etílica exalta su de por sí, no es origen de la debilidad mental o demencia, sino agravante. Quienes se comportan como imbéciles cuando beben, son imbéciles.

[] Iván Rincón 3:12 AM

Febrero 10 de 2011

Por cortesía de YouTube

Si llamamos huevos a los ovarios, México es un país de eunucos en el que algunas excepciones (Carmen Aristegui, Lydia Cacho) hacen menos ruido que la cobardía y el miedo a vivir en libertad, a ser libres... Si no fuera del PT (partido salinista que postuló al chacal Ulises Ruiz como candidato a gobernador, y luego apoyó su tiranía y usurpación), Gerardo Fernández Noroña sería un Belisario Domínguez moderno, más o menos. De todos modos, es un ejemplo a seguir, paradigma del coraje y la dignidad que parecían inexistentes por haber muerto en silencio, unánime, inexorablemente, como signo de la época en México.

Aunque tiene más de cuatro meses, este video y los dos minutos que le siguen por ahí son un bálsamo para quienes padecemos a diario la pesadilla de las mafias autodenominadas instituciones y vivimos enfermos literalmente a causa de su podredumbre; también es un brillante botón que muestra con todas sus letras, sin pelos en la lengua ni censura, lo más corrupto y criminal del poder y su insolente cinismo. Para variar, el controvertido político restriega en la cara del policía Genaro García Luna sus porquerías (con todo respeto a los puercos, animales inteligentes y limpísimos, a quienes ofende la comparación) durante su comparecencia; la contestación expresa incapacidad mental con patética dislexia; el "coordinador nacional del crimen organizado" (como lo llamó Jaime Avilés, cuya columna desapareció de La Jornada el sábado siguiente y luego regresó, pero regañada, metida en cintura) dice unas sin cuenta veces: "está a su disposición, señor diputado", en referencia indignante al patrimonio particular, descaradamente amasado con dinero que apesta, desborda y multiplica sus ingresos personales, y deja sin respuesta lo sustancial: ¿Cuántos civiles inocentes han muerto en los retenes y operativos militares y policiacos de la guerra desatada por la sevicia y la demencia? ¿En qué se gasta el montañoso presupuesto de Seguridad Pública, más allá de las pertenencias del titular en turno?

En este otro video, Aristegui responde a tod@s con su estilo repetitivo, reiterativo, y hace un planteamiento revelador en la medida que la "opinión pública" mediatizada ignora la relación de poder entre las grandes televisoras y la Presidencia usurpada, monopolizada y corrompida con fines de lucro y afanes dictatoriales, así como de la subordinación legislativa en la materia. Merece algunas horas de reflexión...

Sergio Aguayo, por su parte, hace una inteligente y ecuánime lectura del caso Aristegui y la censura en México.

[] Iván Rincón 6:29 PM

Febrero 7 de 2011

Alcoholímetro al espurio

MVS despidió a Carmen Aristegui por negarse a leer una carta redactada por la Presidencia de la República, disculpándose con Felipe Calderón de cosas que ella no dijo (que él es alcohólico, por ejemplo); que es genocida, usurpador, inepto, pelele, traficante de influencias, vergüenza de México, sociópata criminal de la peor calaña y la más baja ralea, enano en todos los sentidos y al servicio del Chapo, no es necesario decirlo, como tampoco hace falta decir que allí, en la empresa de radio y televisión por cable, no tiene cabida la ética ejemplar de Aristegui; MVS no merece contar con alguien por el estilo, sino un boicot mundial por su cobarde complicidad con la mayor violencia que ha padecido México desde la Revolución, barbarie desatada por un loco rabioso; a ver si, por una vez en la vida, esto sirve de lección al poder... ¡Sí, cómo no!

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Al coartar la libertad de expresión, paradójicamente, la censura expresa miedo con entera libertad; a falta de legitimidad, el poder atenta contra lo que teme. Con su intento de manipulación totalitaria, de ingerencia mediática, la Presidencia usurpada confirma la sospecha popular sobre el alcoholismo del usurpador; si fuera una versión infundada, una vulgar calumnia, un chisme o rumor, lo desmentiría con análisis médicos imparciales y, en esa medida, creíbles, inobjetables, en vez de asestar otro golpe fascista que si algo logró es un repunte de la unánime antipatía que inspiran CalNerón y el club de Herodes, además de catapultar la popularidad de una periodista incómoda para el régimen; hoy fue posible comprobarlo en las redes sociales de internet, a las que Aristegui no dedica mucho tiempo, ni lo requiere, pues con 30 y tantos mensajes breves en Twitter (donde tienen un límite de 140 caracteres) consiguió más de 700 seguidores. El fenómeno entraña riesgos: además de alzar la voz una vez más contra los abusos del poder, hay que estar alertas, pues la amenaza de la censura se cierne ahora sobre las mismas redes sociales y sobre todo contra la corriente crítica y actuante que tiene lugar en ellas y las ha convertido en canales alternativos de información o contrainformación, en espacios libres que escapan al control totalitario y hasta en trincheras de lucha política. La institución presidencial en México ha perdido el respeto, al menos por esta corriente que alguna vez intuyó eventuales diques de Facebook a su apertura y logró sortearlos con el recurso masivo de la denuncia, como en Twitter, al ocurrir el ocultamiento de WikiLeaks; en el buscador de Facebook han desaparecido, entre otras, las palabras San Juan Lalana, por ejemplo, hecho que pasa desapercibido ante un público desinformado y superficial, que sigue siendo mayoritario.

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Como a Bush el pequeño, a Felipe el espurio le perdonaría el alcoholismo si no fuera por el genocidio y la barbarie; la recurrencia etílica es lo de menos en este caso, pues quien se dice presidente de México ha resultado un ser detestable por nefasto, un engendro de la peor especie, un miasma putrefacto, especimen de la escoria más repugnante que ha podido execrar la humanidad o alguna de sus aberrantes desviaciones. Émulo del espurio gringo, pero en caricatura de tercer mundo, FeliPillo es alcohólico y no tolera ese adjetivo; dice que no tiene problemas con el alcohol, que se llevan muy bien.

El planteamiento de Aristegui al respecto es bastante respetuoso, cuidadoso y serio; su profesionalismo es incuestionable; personalmente, recuerdo que hace una década señaló con sus nombres, apellidos y otras señas de identidad a los principales autores de los crímenes en Ciudad Juárez, bestias que destruyen mujeres al mayoreo y al amparo de las complicidades y que ninguna "institución" ha tocado ni con el pétalo de una averiguación previa, pues gozan de absoluta impunidad en círculos del crimen organizado, cuyo poder fáctico está detrás del poder formal, como dice Lydia Cacho.

He aquí lo que señaló Aristegui esta vez (atención hacia el final del video).

Posdata actualizada

Ahora resulta que Aristegui violó un "código ético". ¿No sería más bien etílico, o la ética patética del capital, que antepone los fines a los principios y, en lugar de valores, tiene precios? ¿Sería un código secreto que, tras los inconfesables fines, carece de principios? No se pierda el próximo capítulo "ético" / etílico, patético / patológico... Lo seguro es que la periodista hizo una pregunta (o sea, su trabajo) y, en vez de respuesta, obtuvo una reacción en cadena.

Por lo demás, tildar a Felipe el espurio de alcohólico es como culpar al mismísimo Al Capone de evasión fiscal, con la diferencia de que la acusación al capo(ne) sirvió para echarlo a la cárcel, mientras el alcoholismo puede servir de excusa para que un estúpido haga y diga estupideces que dañan a l@s demás... De todos modos, la historia no exonerará al usurpador de Los Pinos por el infinito daño que, desde su infinitesimal tamaño, ha causado al país del que se dice presidente, así sea un borracho (el espurio) y esté enfermo de amnesia (el país). Ahora recuerdo, en cambio, con renovado rencor, a quienes, desde su escasa inteligencia, descalificaban a Bush el pequeño por ser alcohólico y no por tirano, genocida, usurpador, totalitario, demente y demás, como el mercader de la muerte que sigue sus pasos en México.

[] Iván Rincón 11:54 PM

Vamos ganandoooh...

Febrero 4 de 2011

Sólo para masoquistas

A riesgo de caer en el tedio más de lo tolerable, narraré una historia del país en donde vivo menos de lo que muero.

Hoy estuve en la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y lo peor es que nada me asombró ni sorprendió. En el área de Quejas hay un escritorio que funciona como filtro; quien está detrás de ese escritorio tiene consigna de hallar algún motivo para que la queja no preceda; el escritorio es pequeño, austero y feo, además de estar viejo y sucio, como las sillas. Mientras uno expone su caso, llega otro empleado, el primero atiende al segundo y desatiende al usuario, que se queda, como quien dice, hablando solo... El caso es que, a finales de octubre, pagué a Telmex lo que debía y envié a la Profeco mi comprobante de pago como finiquito de la relación, pues la empresa de robo sistemático y automático, cínico y descarado, pretende que, para cancelar el contrato, pague lo que diga su arbitrariedad, que es mucho. El empleado vio los recibos que llevé y, aunque uno de ellos cobra lo mismo que el mes anterior, menos la cantidad que pagué, me pidió un comprobante; le dije que pagué vía "banca en línea" y envié por correo electrónico el comprobante, pero contestó que allí no tienen correo electrónico y, luego de una mínima discusión, me "canalizó" con la coordinadora del área, quien atendió antes a un empleado; expuse mi caso de pie porque no había dónde sentarse; la coordinadora vio los recibos y emitió el dictamen de su juicio expedito: "La queja no procede porque usted no ha cumplido con sus obligaciones". Textual. Alegué que mi obligación era pagar por mi consumo y ya había hecho eso, a lo cual contestó que yo podía dejar en Oficialía de Partes los documentos que llevaba para que la Profeco revisara la ley y me contestara por escrito en quince días los motivos para considerar improcedente mi queja. "¿Van a revisar la ley para defender a una empresa que roba?" -pregunté. "Lo que pasa -contestó- es que también los funcionarios tenemos multas si molestamos a alguien sin necesidad". ¡Sic! En Oficialía de Partes hay un escritorio, detrás del cual hay una empleada y frente al cual hay un sillón, en donde estaba sentada otra empleada, que ahí se quedó, sin hacerse a un lado y mucho menos levantarse, quizá porque no acostumbran ofrecer asiento al que llega; la interfecta se limitó a recibir los documentos y sellar la copia. Falta decir que, por teléfono, me dieron cita para el día más lejano posible y, por correo electrónico, me extendieron una cordial invitación a que me apersonara en sus oficinas "cuanto antes"; por teléfono, hablé con un "asesor" que no respondió a ninguna de mis preguntas. Una vez hecho el trámite, subí al área de Denuncias porque, a mediados del año pasado, presenté una queja contra la compañía que administra las fugas de gas en mi edificio, pero los empleados que hacen de filtro estaban más atentos al partido de futbol que al público usuario y, por más que expliqué mi caso, creyeron que yo acudía a la Profeco porque no sabía cómo pagar el gas; ante esa falta de respeto y seriedad, por no hablar de capacidad mental, expuse mi caso en Denuncias y me pareció que allí había algo de sensibilidad, pero la persona con quien hablé entonces me salió después con que había un "acuerdo" de que la Profeco no es competente en mi caso por tratarse de un contrato que data de 2005 y ha pasado el plazo de un año para presentar la denuncia respectiva. Expliqué lo que podían inteligir por su cuenta: que el contrato se renueva cada año y yo recibo cada mes un cobro por la misma cantidad desde que dejé de pagar y me dejaron sin gas; se trata de un hecho continuado, alegué, y el interfecto (al parecer jefe, aunque muy joven) se comprometió a revisar el expediente y darme una respuesta la semana próxima. Por sugerencia suya, intenté hablar también con el "jefe de Servicios", dada la habitualísima obsolescencia del departamento de Quejas, pero había salido a comer. Al recoger mi identificación en la entrada del edificio, toleré por enésima vez que la empleada de seguridad reivindicara con soberbia su necedad reduccionista, casi oligofrénica, de que yo iba a ver a quien ella decidió que iba a ver, luego de perder horas por teléfono a causa de su exasperante ineptitud, algo que, por lo visto, es bastante normal aquí y lo único posible para esta gente. "Estamos para servirle", dijo el funcionario joven con oficina propia. "No parece", respondí, y noté que no había escuchado mi respuesta. "Hasta hoy, no me han servido para nada", agregué, y percibí de nuevo que el interlocutor no escuchaba mi respuesta. ¿Para qué sirven las procuradurías? -me he preguntado siempre y lo más parecido a una respuesta es que sirven para lo mismo que la burocracia en general: para que viva de nuestros impuestos gente que no trabaja y, en consecuencia, no sirve a los demás para algo, sino para nada.

[] Iván Rincón 9:41 PM